“Ser natural”, un lugar común

Decir  que uno es de Venezuela en otro país, da pie a varias respuestas producto de situaciones sociales, políticas y culturales. Unos le envían saludos a Chávez (cosa que parece fuera de lugar cuando no comulgamos con sus ideas), otros simplemente dicen “Vienes del país de las mujeres bellas”. No obstante, me ha pasado un par de veces que cuando una no tiene el cuerpo de Chiquinquirá Delgado, Marjorie de Sousa  o  Dayana Mendoza, algunos tienden a decir “Ah!, pero es que ustedes son  normales, tal como cualquier otra latina”. En ese momento no he podido dilucidar  si el comentario es bueno o es malo.

Lo cierto del caso es que en el país de las mujeres bellas no todo es silicona, pero verdaderamente hay un alto porcentaje de mujeres con uno que otro retoque en alguna zona del cuerpo.

En los últimos días, he visto con preocupación la publicación de al menos dos  noticias en la semana sobre féminas que mueren en quirófanos, en un intento por acercarse al ideal de belleza impuesto desde el mundo del espectáculo y en especial, en el país de las mujeres bellas.  Unas quedan seducidas  por las ofertas que desbordan los periódicos día a día, en lugares que no cuentan con la permisología apropiada, otras se vuelven adictas a las cirugías  y demás métodos invasivos con resultados inmediatos, ante la disponibilidad de pagar grandes sumas de dinero.

Una vez que salen a la luz todas estas situaciones, comienzan las efímeras campañas en pro de evitar el uso de los biopolímeros, de cambiar las prótesis PIP, o de no caer en la trampa de las ofertas piratas. Sólo la difunta Eva Ekvall, Miss Venezuela 2000, se dedicó en los últimos meses de su vida a promover la necesidad de estar saludable por encima de la vanidad. Ella, la que en un momento fue la Mujer más bella del país, batalló hasta el final contra el cáncer de mama que  a sus 28 años se la llevó de este mundo.

En una entrevista realizada hace unos años al Zar de la Belleza, Osmel Sousa, éste respondió que ninguna mujer es  100% natural, ya que el hecho de sacarse las cejas, depilarse o pintarse el cabello, la modifica.  Asimismo, en  recientes declaraciones  justificó que cualquier retoque o acción que permita realzar las cualidades físicas femeninas, no debe ser mal vista, y menos en el  Miss Venezuela,  “que no es un concurso de naturaleza ni naturalidad”.  Sin embargo, creo que esa declaración hubiese quedado completa, si hubiese exhortado a evitar los excesos, pero una  sentencia así, de la boca de una persona como Osmel, habría tenido repercusiones en la industria de la estética mundial.

Que quede claro que mi intención no es censurar el Miss Venezuela, sobre todo cuando ha sido motivo de alegrías y una válvula de escape, en medio de las situaciones políticas y sociales que vive nuestro país.  Pero me parece importante destacar que hasta la fecha  no ha habido una campaña en pro de un cuerpo libre de cirugías estéticas y que priorice la salud,   sino todo lo contrario. Sólo se han visto experiencias las de Eva Ekvall o las transmitidas en programas del tipo  100% Venezuela, de Televen, como un intento de llamar a la reflexión sobre el tema.

De resto, frases como  “es mejor ser natural” o “no te operes, si tu salud no lo necesita”, terminan siendo un lugar común, que  se escuchan cuando no hay dinero para costear la cirugía, o en el velorio del paciente que dejó su vida en una operación de retoque.

 

Maracaibo, 27 de noviembre de 2012

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